Ahora sí es verdad que el pánico se apoderó de la robolución,
luego de la contundente demostración democrática y de la decisión irrevocable e
irreversible del pueblo venezolano de producir un cambio de gobierno en
Venezuela, puesta de manifiesto la semana pasada con la superación absoluta de
la primera alcabala que las damas rojo-rojitas del CNE, organismo que está para
facilitar elecciones y no para obstaculizarlas, han colocado al revocatorio constitucional que
clama toda la nación.
“Que no panda el cúnico”, diría el Chapulín Colorado.
Apenas conocida lo que fue la infausta y amarga noticia de la
concurrencia masiva de los venezolanos en una jornada cívica que superó con
creces las 200 mil firmas que exigió el organismo electoral para la activación
del revocatorio, Maduro aprovechó la celebración del Día Internacional del
Trabajador, en cadena nacional, ante una pírrica y obligada asistencia de
empleados públicos que pretendieron exacerbarla manipulando tomas de
cámaras, para expresar cualquier tipo de dislates en su afán de desvirtuar
el terremoto político de la oposición que hizo que se le removieran
hasta las neuronas.
Este cronista, como siempre lo hace, se tomó la molestia
de escuchar al presidente Maduro en eso que no sé si puede llamar un
discurso o más bien una perorata sin sentido ni sindéresis, durante la cual
anunció el gran aumento salarial de 110 bolívares diarios para el 80 por ciento
de los trabajadores públicos y privados que ganan salario mínimo y no alcanza
ni para comprar un huevo.
Inmediatamente comenzó el desespero: “¿Ustedes van a dejar que
derroquen al gobierno de Nicolás Maduro?”, preguntaba de manera azorada. “Ese
es el objetivo de la derecha”, se respondía.
“Si la oligarquía (la oposición apoyada por la mayoría del
pueblo venezolano)) algún día hiciera algo contra mí y lograra tomar este
palacio, por una vía o por otra, yo les ordeno a ustedes, hombres y mujeres de
la clase obrera, declararse en rebelión y decretar una huelga general
indefinida, hasta obtener la victoria frente a la oligarquía. Una rebelión
popular con la Constitución en la mano. Unida la Fuerza Armada y la clase
obrera, la Milicia nacional obrera”.
No conforme con estos disparates, soltó lo que también
acostumbraba su padre putativo Hugo Chávez, una nueva amenaza de
muerte en su contra que particularmente no la puedo llamar magnicidio porque se
comete éste cuando es ejecutado contra un hombre magnánimo, grande, noble,
caballeroso y magnífico.
Mencionó entonces, que no ha querido estar alarmando al
pueblo, pero ayer fueron detenidas varias personas tomando las alturas
de unos edificios en la Plaza O’leary “con intenciones insospechadas”, razón
por la cual decidió recibir la marcha en Miraflores y no en la mencionada plaza
como estaba previsto. “No lo van a lograr”
Extrañamente afirmó que la oligarquía y el imperialismo
“están desesperados”. Y quienes lo escuchaban pensaron que Maduro se
había colocado frente a un espejo, aplicando el ya muy conocido recurso
revolucionario de la proyección, un conocido mecanismo de defensa.
El desesperado en realidad es el presidente que está
consciente de la brutal y descomunal despedida del cargo que le
dará el pueblo venezolano el día cuando por fin el CNE, cansado de
colocar barreras y alambradas le permita expresarse en un referendo revocatorio.
Pero no solamente Maduro está lleno de miedo, de pavor. También
lo está Diosdado Cabello, llamado
el número dos de lo que aún queda de revolución y quien se ha convertido en uno
de los hombres más repudiados en el país.
Cabello ha dicho que no temen la consulta del pueblo pero
que no aceptarán firmas planas y que tendrán que revisarlas una a una, cuando
sabe perfectamente que cada una de esas firmas, que superaron en casi diez
veces las exigidas por el CNE, salieron del puño y letra de los millones de
venezolanos que asistieron voluntariamente, hasta militares y policías uniformados, a expresar su voluntad de
solicitar el revocatorio contra Nicolás Maduro.
Y uno se pregunta: si es verdad que no están “chorriados” por qué no instruyen órdenes a
sus aliadas del CNE para que fijen la convocatoria de un referendo revocatorio dentro de tres o cuatro meses, sin
mayores requisitos, y así estarán cumpliendo con el “legado” de Hugo Chávez
quien afirmaba que cumplida la mitad del mandato el Presidente tenía que ser
auscultado por el pueblo y decidir en un referendo si lo ha hecho bien o no.
“tres años es más que suficiente”.
Escrito por: Emiro Albornoz
Publicado por la Secretaria de Organizacion Seccional Zulia
Division de Registro y Estadistica
No hay comentarios.:
Publicar un comentario